Uno de los saltos de agua
más espectaculares que alberga la Comunidad de Madrid, se encuentra en la
población de San Mamés, la pequeña localidad cuenta con una de superficie de
27,44 km² y una población que apenas supera el centenar de habitantes.
Si deseamos descubrir el
pueblo de San Mamés, partiendo desde Madrid, tendremos que circular por la A1, hasta
la salida 76 la cual cogeremos, dirección Buitrago de Lozoya, donde tomaremos el
desvío hacia la carretera M-634 rumbo Villavieja de Lozoya, una vez circulemos
por la M-634 no la abandonaremos hasta llegar a San Mamés.
Navarredonda y San Mamés son
dos poblaciones muy cercanas las cuales comparten historia y desde el año 2001
han unido sus nombres, Navarredonda fue fundada por los árabes a mediados del
siglo XI, desde sus orígenes el asentamiento humano opto como actividad
principal para su desarrollo sostenible la ganadería de ovejas merinas y vacas
principalmente, debido al paso de la Cañada Real Segoviana en el siglo XII la
zona fue repoblada con pastores segovianos procedentes de Sepúlveda.
La otra actividad principal
de los pobladores de San Mamés es el cultivo de trigo, centeno, lino,
hortalizas y heno que emplean para alimentar al ganado compuesto por: ovejas
merinas, vacas, yeguas y pollinos.
San Mamés contaba con un
molino y desde 1583 disponían de fragua con sus potros de herrar, los cuales
aún persisten desafiantes al paso del tiempo.
Son diversas las actividades
que se tienen que realizar para poder sobrevivir en el mundo rural, antaño se
aprovechaban las bellotas que ofrecen las encinas para alimentar a los cerdos y
su leña era empleada por los maestros carboneros para producir carbón vegetal.
La miel es sin duda junto
con las queserías artesanas otra de las labores que aun hoy en día se llevan a
cabo, al igual que la producción de cestos de mimbre, empleados en las diversas
labores rurales.
En la actualidad es el
turismo la actividad económica principal, existiendo diversas casas rurales que
permiten un confortable alojamiento, donde poder pasar unos días y descubrir en
profundidad las diversas rutas que se adentran por la Sierra Norte de Madrid.
Los edificios más destacados
son: el Ayuntamiento, construido en la posguerra y la ermita de San Mamés,
ubicada a las afueras del pueblo y pegada a la carretera, fue construida con
mampostería y ladrillo, bajo el alero del ábside románico, se aprecian
elegantes trazados decorativos elaborados con ladrillos.
En la parte sur de la
iglesia existe un pequeño jardín, la entrada a la ermita se encuentra
resguardada bajo un pórtico y en las inmediaciones a la construcción se sitúa
un pequeño campo santo.
El interior de la iglesia
está decorado con pinturas murales modernas de estilo neorromántico, otro
elemento que destaca de la pequeña edificación es el campanario coronado con su
correspondiente chapitel o aguja y como no podía ser menos con un buen nido de
cigüeña blanca.
La gran protagonista del reportaje
es la chorrera o cascada de San Mamés con sus 30 metros de altura, el arroyo de
la Pinilla afluente del río Lozoya es el encargado de nutrir de agua a este
espectacular salto de agua, el cual tiene agua todo el año, siento su caudal
mayor en la primavera con el deshielo o en otoño con las lluvias.
La ruta que nos lleva hasta
la chorrera empieza en la Plaza del pueblo de San Mamés, desde donde empezaremos
a caminar para tomar la Calleja de la Fuente, la cual desemboca en una amplia
pista de tierra que nos conduce dirección Norte, según avanzamos por el camino
y dejando atrás el pueblo, el paisaje que nos encontramos está formado por los
primeras tierras de formas ondulantes, que componen las tierras dedicadas a
prados, pastizales y a la agricultura residual, las tierras están custodiadas
por muros de piedra seca.
La vegetación que predomina
en esta zona son los fresnos, según vamos ascendiendo la vegetación va permutando,
los fresnos se alternan con las encinas y el monte bajo constituido por
carrasca, rebollo, jara, tomillo y retama, a mayor altitud sobre los 1000 –
1400 metros la vegetación predominante es el pinar y el piornal.
Las líneas de vegetación
están bien marcadas, los usos de la tierra junto con la altitud son los dos
elementos encargados de estructurar que especies botánicas habitan en los
diferentes ecosistemas que el transcurso de ruta permite contemplar.
Sin abandonar la pista de
tierra principal, haremos una chicana o chicane, como si de un circuito de
fórmula 1 se tratase, donde la calleja de la Fuente converge con la calleja de
las Tres Iglesias.
La ruta esta señalizada en
todo momento por balizas con flechas por lo que es sencillo seguir el camino,
nada más pasar la chicana vemos una quesería artesana, la cual les invito a que
la visiten y si gustan adquieran uno de los deliciosos quesos que despachan.
La quesería queda a nuestra
derecha y a nuestra izquierda veremos corrales con cabras y gallinas, una vez
probado el queso es momento de continuar el camino, en esta zona ya se deja
notar a cada paso que damos el continuo ascenso, durante el transcurrir de la
ruta serán varios los tramos los cuales presentan una acentuada pendiente.
Tras andar unos 600 metros,
la pista forestal presenta una marcada recurva hacia la derecha y luego un
contracurva hacia la izquierda, seguiremos caminando hasta que veamos el camino
de los Almajanes que sale a nuestra derecha, ambas pistas confluyen en una por
lo que nuestros pasos se dirigirán hacia la izquierda para afrontar un tramo de
1,300 kilómetros con rampas notables, dirección al frondoso pinar que se ve
montaña arriba.
Es recomendable hacer
paradas durante el ascenso tanto para hidratarnos como para disfrutar del
paisaje que nos ofrece el valle del Lozoya, la masa de agua que podremos ver a
lo lejos es el embalse de Riosequillo y desde las zonas más altas se puede
llegar a ver el embalse de Pinilla.
En cuanto a las montañas que
nos rodean estamos a los pies del Reajo Alto y la Nevera con sus 2102 metros de
altitud, junto con la ladera sur de la Peña del Moro y al fondo el macizo de
Peñalara componen un gran valor paisajístico de alta montaña.
El paisaje en esta zona está
marcado por extensas praderas donde la ausencia de árboles ha permito que los
agentes erosivos trabajen con mayor facilidad en el monte, a nuestra izquierda
a lo lejos en el pronunciado valle se aprecia la presencia del arroyo del
Chorro provisto con el característico bosque de galería, por donde se deslizan
con cierta presteza las cristalinas aguas que anteriormente se precipitaron por
la cascada de San Mamés, la cual ya se deja ver a lo lejos, en el clareo rocoso
compuesto por micas, esquistos y gneises.
Deleitándonos con el paisaje
y tras dejar a tras las pendientes más duras, como si de una etapa ciclista de
montaña se tratara, coronamos la cota más alta de la ruta pasando la línea de
meta, compuesta por puerta metálica, la cual salvaremos por nuestra derecha
mediante un paso para personas, al otra lado y bajo el refugio que ofrecer el
porche de la “Casa del Leñador”, escenario ideal para realizar una parada y
reponer fuerzas.
Una vez ingeridos los
siempre recomendables frutos secos, es momento de adentrarnos por al bosque
compuesto principalmente de pinos silvestres (Pinus sylvestris) también
conocido como pino de Valsaín, pino serrano, pino albar, pino del Norte, pino
rojo o pino bermejo, la frondosidad es tal que según nos adentramos la
sensación envolvente es cada vez más inconmensurable.
La copa de los altos pinos
silvestres apenas dejan pasar tenuemente los rayos del sol, uno no deja de
imaginar cómo serían las grandes extensiones que la taiga cubría por toda
Europa, creando espesos bosques de coníferas, hábitat de numerosos animales y
donde el hombre Neandertal
(Homo neanderthalensis), se adaptó a la perfección.
Según avanzamos por la
amplia pista forestal, a nuestra derecha encontramos una fuente de puras y
fresca aguas, las cuales emanan por un corto caño para inmediatamente descansar
en un gran pilón.
Tras caminar unos 360
metros, nos encontramos con una marcada curva hacia la derecha, en este punto
abandonaremos la pista forestal y seguiremos la dirección que marca la flecha
de la baliza hacia la izquierda de la curva o en línea recta según venimos
caminando, los amplios caminos quedan atrás y la ruta prosigue por un estrecho
pero cautivador sendero.
La vegetación que
encontramos a ambos lados del nuevo sendero, está constituida principalmente
por matorrales leñosos, donde encontramos diversas especies como: el brezo, las
retamas, las zarzas, los escaramujos y los cantuesos.
Según transitamos por la
trocha observamos las cumbres, donde los agentes erosivos eólicos e hídricos,
mediante procesos lentos y constantes han esculpido las montañas dando lugar a pronunciadas
pendientes cóncavas con marcados caballones y curiosos afloramientos de roca
madre.
Dos pequeños arroyos se
cruzan en nuestro camino, los cuales salvaremos sin dificultad, nada más legar
a una zona sin vegetación repentinamente el camino se vuelve escarpado y
empinado, teniendo que prácticamente trepar en algunos puntos, este tramo
presenta cierta dificultad por lo que el senderista tiene que agudizar las
precauciones al máximo para evitar posibles accidentes.
Una vez superado el tramo
más complicado de la ruta, a nuestra izquierda veremos una gran piedra que
presenta una estructura homogéneamente plana, la cual nos proporciona un
mirador natural desde el cual atisbar todo el valle y la espectacular cascada de San Mamés.
El sendero continúa hasta
dejarnos a los pies de la cascada donde observamos de cerca como las abatanadas
aguas forman un reguero descendente de color blanquecino, toda una demostración
de la belleza que alberga en la naturaleza.
Observar y escuchar como las
aguas resbalan zigzagueando entre las rocas, mientras llenamos los pulmones con
aire serrano, es una oportunidad única con la cual hay que deleitarse.
En los aledaños de la
cascada si uno sabe buscar podrá encontrar una confortable piedra donde aposentar
las posaderas y degustar del tan merecido almuerzo, la exclusividad del
escenario con sus vistas panorámicas hace de este rincón un espacio difícil de
superar.
Llegada la hora del regreso
y despidiéndonos de la cascada a la cual prometemos volver en alguna otra
ocasión, iniciamos el descenso por el mismo camino que realizamos horas antes.
Al llegar de nuevo a la
quesería seguiremos rectos por la Calleja de las Tres Iglesias, pista forestal
que transcurre paralela a la Calleja de Fuente que tomamos en el camino de ida,
esta nueva pista nos permite disfrutar del denso robledal.
La Calleja de las Tres Iglesias,
desemboca en otra pista la cual tomaremos hacia nuestra izquierda para llegar
en pocos metros hasta la carretera M-634, la cual cruzaremos con precaución
para poder visitar la Iglesia de San Mamés, desde donde retomaremos las calles
de la población de San Mamés donde finalizamos la ruta.
Si desean descubrir unos de
los entornos más recónditos que nos ofrece la Sierra Norte de la Comunidad de
Madrid, pueden contactar conmigo directamente para organizarles una senda guía:
danielmedioambiente@gmail.com
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