Iniciamos
la ruta en pleno centro del pueblo de Soto del Real, antiguamente denominado
las Chozas de la Sierra y que en 1959 por votación popular se le cambio el
nombre al actual Soto del Real.
Antes
de iniciar nuestra senda, dedicamos unos instantes a contemplar la Parroquia
Inmaculada Concepción y el puente romano de época medieval que salva las aguas
del arroyo Chozas.
Al
poco de caminar debemos abandonar el parque y caminar por un amplio camino
vecinal custodiado a ambos lados por magnifica fincas en su mayoría dedicadas a
la ganadería de caballos, toros y vacas.
En
mitad del camino nos encontramos un pequeño rebaño de ovejas y cabras, que
pastaban a ambos lados del camino, las ovejas eran mayoría pero eran las cabras
quienes marcaban el ritmo de su caminar.
El
macho cabrío desafiante se puso en mitad del camino, y mirando sus pupilas
horizontales uno nunca sabe cuáles son sus intenciones por lo que decidimos
dejarle la custodia del camino al macho cabrío y pasando por un lado proseguir nuestro camino, no sin antes pensar
de donde se habrían escapado las ovejas y cabras y hacia donde se dirigían.
El
camino en realidad es una pista en bastante buen estado, por lo que no es raro
encontrarse coches que se dirigen a las distintas fincas, también en dos
ocasiones nos encontramos con motoristas, en esta ocasión debo decir que su
comportamiento fue totalmente adecuado aminorando su velocidad y saludando
amablemente.
Pronto
descubrimos uno de los atractivos que tiene esta zona y son sus sotobosques de
enebros (Juniperus oxycedrus), que
dan un toque de verde oscuro que resalta con el verde más claro del pasto y con
las tonalidades de los marrones que nos ofrecen las hojas de los robles.
En
otoño los enebros nos muestran sus frutos maduros de la temporada pasada, ya
que pueden tardar más de 12 meses en madurar y son muchos las personas que
recolectan estos frutos ya que uno de sus usos es el de aromatizante para la
ginebra.
Pero
no solo las personas recolectan los frutos de los enebros, como podremos ver en
el vídeo, las vacas son grandes degustadoras de los jugosos frutos que ofrece
el enebro.
Son
árboles a los cuales hay que contemplar y como no fotografiar ya que en la
comunidad de Madrid, no tenemos muchas zonas donde poder encontrar enebros, por
ello las vacas de Soto del Real son afortunadas de poder disfrutar de los
enebros y de sus frutos.
Proseguimos
con nuestra senda y nos vamos encontrando grandes piedras graníticas que nos van
avisando de lo que más adelante nos encontraremos, impresionantes vistas de La
Pedriza.
La
sensación que produce este camino es que el monte está totalmente parcelado y
que para poder romper la barrera visual que ofrecen las tapias de piedra que
encontramos a ambos lados del camino, no queda más remedio que subirse a un
alto para poder obtener una visión limpia del monte y poder disfrutar de la
frondosidad de los bosques de robles la mayoría jóvenes que albergan las
enormes fincas de la zona.
La
flora que encontramos en las zonas más bajas está protagonizada por quejigos (Quercus faginea) y en las zonas que van
cogiendo más altitud encontramos robles melojos (Quercus pyrenaica).
Al
hacer la ruta a mediados del otoño, pudimos comprobar la marcescencia de los
robles melojos, este fenómeno consiste en que las hojas del roble van perdiendo
su color verde hasta ponerse totalmente marrones, hasta ahí como casi todos los
árboles caducos, pero en el caso del roble este mantiene los hojas en el árbol
sin dejarlas caer durante todo el otoño y el invierno, ya que las hojas ya
marrones deben cumplir una importante misión más antes de caer y es proteger
las yemas de los futuros brotes nuevos de las heladas y de las nieves.
Tras
una parada para almorzar algo ligero y recuperar líquidos, volvemos al tranquilo
camino y atravesamos el arroyo Chico, el cual rebosaba agua gracias a las últimas
lluvias, en la ribera del arroyo encontramos sauces (Salix sp.), zarzas (Rubus
sp.) y majuelos (Crataegus monogyna).
Otro
acontecimiento bien distinto fue cruzar el arroyo del Mediano, el cual cruza el
camino a la altura del mismo, como veréis en el vídeo el nivel de agua que
transporta el arroyo en ese momento era considerable y la anchura del mismo no invitaba
a cruzar de un solo salto el arroyo que se había convertido más bien en un río
pequeño.
El
obstáculo que teníamos delante de nosotros no nos puso las cosas fáciles ya que
aguas arriba la vegetación era demasiado frondosa y las pocas piedras que había
en el arroyo estaban recubiertas de vegetación, que las hacia resbaladizas, la
otra opción aguas abajo tampoco ofrecía un punto factible para cruzar ya que el
arroyo está cubierto por frondosa vegetación y el terreno es mas escarpado que
aguas arriba.
Tras
varios intentos improvisamos diferentes ramas a modo de bastón que nos
facilitaron el cruzar las frías aguas del arroyo.
Sin
poder remediarlo, nada más cruzar el arroyo surge el pensamiento de cómo volver
a cruzar el arroyo en el camino de vuelta, por ello conservamos en lugar
discreto las ramas que nos ayudaron a cruzar el arroyo del Mediano.
Unos
cuantos cientos de metros más adelante cubierta por una densa niebla nos
encontramos con las esplendidas vistas de La Pedriza, que bajo la espesura de
las nubes se podían distinguir diferentes formaciones geológicas que alberga La
Pedriza.
Sin
dejar de admirar la vistas, la ruta nos ofrece otra sorpresa el Canto del
Berrueco, una gran columna granítica con formas caprichosas.
Durante
casi todo el recorrido disfrutamos de la presencia de bandos de pequeños pájaros
llamados mitos, al igual que entre el ganado encontramos al esquivo arrendajo.
En
este tramo del camino encontramos una ligera bajada, que rompe con la
uniformidad del camino que realizamos hasta el momento prácticamente todo
llano.
Sin
darnos cuenta tenemos a tiro de piedra el embalse del Santillana, para acceder al
embalse, cruzamos la M-608 con mucha precaución y llegamos a un sendero que
transita cerca de las aguas que alberga el embalse, desde este punto observamos
unas misteriosas vistas del Castillo de Manzanares el Real ya que la niebla difuminaba
la imagen del Castillo, lo que hacía inevitable que la imaginación echara a
volar, al igual que las cientos de gaviotas que se amontonaban en la orilla del
embalse.
La
hora de comer se acercaba y volver al camino principal y encontrar unas cómodas
piedras decidimos comer y recuperar energías para realizar el camino de vuelta.
Casi
al finalizar la ruta en una de las fincas de la zona contemplamos un grupo de
caballos pastando y entre ellos había diversos potros, uno de ellos me
recordaba al caballo blanco con alguna mancha negra o marrón que a menudo
utilizaba el jefe de la tribu India, en las películas del Oeste.
La
ruta que acabo de narrar y que puedes visualizar en el vídeo es ideal para
realizarla en otoño, invierno y primavera, su nivel de dificultad es bajo, y si
quieres que sea tu guía para hacer la ruta y te cuente la flora, fauna, geología,
historia y demás solo tienes que ponerte en contacto conmigo escribiendo a : danielmedioambiente@gmail.com
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