El Real Sitio de San Fernando, denominación histórica que recibía la
localidad a partir del siglo XVIII, es hoy conocido por el nombre de San
Fernando de Henares, municipio ubicado al Este de la Comunidad de Madrid y muy
próximo a la capital, a tan solo 14 kilómetros de la Puerta del Sol de Madrid.
La extensión de San Fernando de Henares ocupa 39,29 km² y parte de su
término está dentro del Parque Regional del Sureste de la Comunidad de Madrid.
La toponimia u origen del nombre compuesto del municipio surge de una
variedad de personajes históricos y un accidente fluvial. San Fernando hace
referencia al santo patrón fundador del Real Sitio, el rey Fernando VI de
España, cuya onomástica corresponde a la de otro rey del medievo Fernando III
de Castilla, llamado el Santo, de aquí surge San Fernando.
Posteriormente se le añadió el aditamento de Henares, debido a la relativa
cercanía del río Henares, aunque realmente es el río Jarama el que atraviesa el
municipio, la ruta que ocupa este reportaje transcurre por la ribera, primero
del río Jarama y posteriormente la del río Henares, uno de los puntos de
interés de la senda es la confluencia del río Henares con el río Jarama.
Las fértiles tierras de San Fernando de Henares, hoy degradadas o dedicadas
a usos poco adecuados, fueron en el paleolítico y neolítico un vergel para
nuestros antepasados, prueba de estos asentamientos prehistóricos fueron los
restos arqueológicos encontrados en el yacimiento denominado Camino de Yeseras.
Los romanos también dejaron huella en estas tierras, la cercanía de
Complutum (Alcalá de Henares), propicio la construcción por parte de los
romanos de villas ubicadas en un entorno privilegiado, como es la confluencia
de los ríos Jarama y Henares.
La presencia de elementos arquitectónicos hidráulicos, delata la presencia
de los árabes en las riberas de los ríos, las acequias, norias, azudes y los
molinos de agua, que son obra de los musulmanes que habitaron la Península
Ibérica durante más de ocho siglos.
Durante la Reconquista, San Fernando pasa a formar parte del Reino de
Castilla. En el año 1109 los almorávides toman Alcalá y las tierras cercanas,
incluida San Fernando.
En 1118, San Fernando vuelve a formar parte del reino de Castilla,
unificandose con la Comunidad de villa y tierra de Alcalá de Henares.
En el siglo XVIII, con Felipe V de España se industrializa la zona creando
la Real Fábrica de Paños, Felipe VI continuó con el proyecto de
industrialización, nombrando a Teodoro Ventura de Argumosa como gobernador de
la fábrica.
La gran fábrica dio origen a una ampliación urbanística, construyéndose
multitud de viviendas para los trabajadores, siendo estas el origen del actual
municipio, el trazado y levantamiento de la población responde a los esquemas
urbanísticos del barroco europeo de la primera mitad del siglo XVIII.
A mediados del siglo XVIII, la fábrica se traslada a Vicálvaro debido a la
baja productividad de esta, quedando solo en San Fernando los almacenes.
Durante la época de la ocupación francesa, el Real Sitio de San Fernando de
Henares fue muy castigado. Más de ocho mil soldados se acuartelan en el lugar,
ocasionando graves desperfectos en los edificios.
En 1829 la fábrica retoma su actividad manufacturando tejidos de algodón y
estampados bajo el amparo real.
Entre 1842 y 1846 se renuevan las huertas bajo la dirección de Fernando
Boutelou.
En 1860 se construye el ferrocarril a San Fernando y en 1864, el Real Sitio
es vendido a particulares, cuya principal actividad es la agricultura y
ganadería.
En la fecha de 1916 el pueblo cambia de nombre, pasando de llamarse San
Fernando de Jarama al actual San Fernando de Henares. Entre 1920 y 1922 llega
la electricidad al municipio y en 1931 llegó la primera línea telefónica.
En la década de los años 60 el pueblo es nuevamente industrializado, y
prácticamente desaparece el sector primario, quedando algunas fincas en las
vegas del río Henares y Jarama.
En 1972 el canal de Isabel II comienza a suministrar agua a San Fernando,
se construye una depuradora y se terminan las obras del alcantarillado, todo
ello da pie a un importante desarrollo urbanístico que tuvo lugar a lo largo de
los años 70.
El 9 de noviembre de 1983 el casco histórico es declarado conjunto
histórico-artístico, durante esta década se inicia un proyecto residencial
donde se protegía el casco histórico y se dotaba al municipio de zonas verdes.
A partir de los años 90 la localidad sufre una expansión muy notable, tanto
urbanística, como comercial e industrial, ocupando grandes extensiones de
terreno, actuaciones ciertamente limitadas debido a dos factores el: Aeropuerto
Madrid - Barajas Adolfo Suárez y el Parque Regional del Sureste.
A principios del siglo XXI, se restaura y recupera el casco histórico,
rehabilitando por completo la plaza barroca de España y recuperando el solar de
la antigua Real Fábrica de Paños.
En 2007 llega el Metro a San Fernando de Henares, acercando aún mucho más
el municipio al centro de Madrid, la línea 7 en su estación Jarama,
nos permite acceder al inicio de la ruta que expondremos a continuación en
transporte público.
Nada más salir de la boca del Metro, ya en la superficie caminaremos
por la Avenida de San Sebastián hacia la M-206, una gran rotonda decorada con
un gran cubo de hierro, nos sirve como referencia, por el paso de peatones
llegamos a la entrada del Paseo de los Chopos, punto de inicio de la senda.
Tras conocer una reducida parte de la historia que aconteció en estas
tierras, es momento de propalar la senda que nos adentra por los bosques de
ribera de los ríos Jarama y Henares, los cuales formaron un amplio valle de
fondo plano de unos 575 metros de altura.
Al Este y Oeste, surgen diferentes niveles de terrazas y cortados, al
suroeste y sureste del término destacan los cerros llamados de La Herradura y
de La Granja, siendo este último el punto más alto del municipio con 689
metros.
En contra posición el punto más bajo se localiza en La Guindalera en la
orilla del río Jarama próximo a su confluencia con el río Henares, en la zona
donde se encuentran los términos de Mejorada, Rivas y San Fernando a una altura
de 547 metros.
El inicio de la ruta se localiza, como ya hemos mencionado en la entrada al
Paseo de los Chopos, la cual se encuentra protegida por dos robustos cilindros
graníticos unidos por una cadena con vigorosos eslabones de hierro.
El camino es muy lineal y nos permitirá pasear cómodamente bajo la generosa
sombra de monumentales árboles, tras unos cientos de metros caminando surge a
nuestra derecha otro amplio camino custodiado a ambos lados por grandes
árboles, se trata del Paseo de Plátanos el cual tomaremos hasta el final.
Durante esta parte de la ruta, transitaremos por la red de caminos
históricos, que nos permiten circundar la Huerta Grande y el ingenioso sistema
hidráulico de caz, acequias y compuertas que permite a día de hoy seguir
regando tan productivas huertas.
La Huerta Grande o de la Vega, fue creada en tiempos de Fernando VI, en
1746, su función era la de abastecer al gran complejo manufacturero, tanto con
cultivos específicos de la industria textil como son: lino, gualda, morera,
cardón, como con cultivos de hortalizas y frutales necesarios para abastecer de
alimento a la población.
En 1756 la Huerta Grande disponía de 12.000 árboles frutales, 8.000 chopos,
1.000 moreras, 40.000 vides y 15.000 olmos.
En 1766 se mejora la presa y el caz del Jarama, y en 1786 la Huerta
disponía de 175 fanegas, unas 59,90 hectáreas de extensión, con 8.000 frutales
y 900 moreras. Muchos de los productos que se vendían en la Plaza Mayor
procedían de esta rica huerta, como, por ejemplo: guinda garrafal, ciruela
claudia, pera de buen cristiano, bergamota, membrillo, pero gordo, camuesa fina
y blanca, reineta esperiega fina, arroba, verdura, melón y sandía, de toda la
producción se reservaba una fracción para la familia real.
En la actualidad la Huerta Grande, sigue manteniendo su uso agrícola,
debido a que las ricas tierras de la ribera del Jarama, aun producen hortalizas
y frutas de la Vega muy apreciadas por los hortelanos de la zona, muchos de
ellos son sanfernandinos.
Los caminos denominados de la Agujeta, de los Plátanos y del Molino o de
los Chopos, siendo este último el principal y por el cual iniciamos nuestra
ruta conduce hasta un molino actualmente desaparecido y también podemos llegar
hasta el río Jarama.
En la ribera del río surge el camino del vado que conectaba con antiguos
tajares y con el camino del Castillo de Aldovea.
Justo al final de Paseo de Plátanos, giraremos a la izquierda, pasando
entre una hilera de piedras que custodian una puerta de acceso para vehículos a
motor autorizados, a pocos metros una fuente a la sombra nos permite rellenar
nuestras cantimploras y refrescarnos.
El camino nos descubre un robusto puente que nos permite salvar las aguas
del río Jarama, desde este punto se observan diferentes especies de aves por lo
que es un buen lugar para realizar una parada y disfrutar de la flora y fauna
que dotan de vida este paraje hostigado por grandes infraestructuras de origen
antrópico.
Los bosques de ribera son fundamentales para mantener un equilibrio entre
todos los seres vivos que lo habitan y para mantener una óptima calidad de las
aguas.
En los ecosistemas acuáticos de la cuenca del río Henares y Jarama se puede
observar una gran diversidad de especies de aves, la conectividad ecológica
entre el río y sus riberas hacen de estos espacios un corredor ecológico que es
utilizado incluso por muchas especies de aves migratorias, encontrando alimento
y refugio a lo largo del río Jarama y Henares.
La fauna y flora que albergan los márgenes de ambos ríos es muy variada, la
cual se encuentra distribuida en función del tramo en el cual nos encontremos.
Continuando con la ruta, nada más cruzar el puente nos dirigimos a
atravesar por debajo de la M-50 y M-45, los grandes pilares de hormigón que
sustentan las calzadas de estas anchas carreteras de circunvalación
impresionan, al igual que el sonido que emana de las rodaduras de los cientos
de coches que pasan por encima de nuestras cabezas.
A nuestra derecha observamos la ribera y las aguas del río Jarama. Nada más
pasar una gran tubería aérea que cruza el cauce del río, la pista ancha por la
cual transitamos gira hacia la izquierda, en este punto seguiremos de frente
por un estrecho sendero paralelo al río Jarama.
Una pequeña playa fluvial nos permite acercarnos al agua y disfrutar del
río, en función de cómo este de crecido esta playa puede incluso desaparecer
bajo las aguas.
La frondosa vegetación compuesta principalmente por alisos, fresnos,
álamos, tarays, sauces, etc… forma una galería vegetal que aporta un efecto
envolvente en diversos tramos de la ruta, la flora que habita en las orillas se
estructura en función del tramo del río donde nos encontremos y de la índole
del suelo o el nivel freático.
Según avanzamos llegamos hasta un encauzamiento del río Jarama construido a
base de hormigón, continuamos por la estrecha senda que nos va descubriendo el
paraje hasta llegar a una pista de tierra denominada Vereda de Sedano.
Esta vereda nos conduce hasta la confluencia de los ríos Jarama y Henares,
justo en ese punto el Henares desemboca en el Jarama, ocasionando un gran
ensanchamiento del cauce, y un humedal de aguas tranquilas donde la fauna
encuentra un espacio para descansar y alimentarse.
Las aguas del río Henares, que nacieron a 1220 metros en la Sierra Ministra
(Guadalajara), y tras recorrer unos 158 kilómetros se despiden del río que las
acompaño a lo largo de todo su fluir sorteando no pocos obstáculos, a 578
metros son recibidas con cierto alborozo por el Jarama cuyo afloramiento se
localiza en Peña Cebollera (Sierra de Ayllón), durante los 190 kilómetros de
longitud del río Jarama, las aguas se van deslizando a mayor o menor velocidad,
en función del relieve, hasta que el cauce del potente Jarama llegan hasta la
población de Aranjuez, allí se dice que desemboca en el gran Tajo, aunque bien
es cierto que en ese punto es el Jarama es mucho más ancho que el Tajo.
La Vereda de Sedano, nos conduce aguas arriba, ya del río Henares, el cual
lo encontramos a nuestra derecha. El paisaje se va diversificando, en las
orillas del río el bosque de ribera es el predominante, en las zonas más
apartadas del álveo surgen tarays y según avanzamos aparecen bosques isla
compuestos por pinos carrascos.
El camino llega a un punto donde a la izquierda aparece otra pista que
conduce a una casa de labranza, seguimos de frente por la Vereda de Sedano,
durante unos 150 metros, donde surge una bifurcación, nuevamente seguiremos de
frente y a pocos metros a nuestra derecha observamos una pequeña laguna.
La ruta se adentra por un frondoso pinar, gradualmente según avanzamos la
densidad de los árboles va disminuyendo, al salir del pinar una nueva laguna
aparece a nuestra izquierda, ambas lagunas son lugares donde merece la pena
realizar una parada para observar aves y demás fauna que se acerca a las
lagunas.
Nuevamente el paisaje cambiante de la ruta aporta un aliciente singular y
de gran interés a la hora de realizar interpretación de la naturaleza a lo
largo de todo el recorrido, siendo uno de los pilares fundamentales de las
excursiones que siempre les proponemos.
La cómoda y llana pista nos descubre a nuestra izquierda extensos campos de
cultivo tanto de secano como de regadío, paralela a nuestra pista aparece otra mucho
más ancha la cual no tomaremos.
Nuestros pasos nos llevan hasta un punto donde surgen dos pilares
grafiteados pertenecientes al antiguo ferrocarril que comunicaba la azucarera
de Torrejón de Ardoz con Arganda del Rey, aun se aprecia perfectamente el
trazado de la vía, un camino paralelo al terraplén construido para que el tren
pudiera salvar el río Henares, nos permite llegar hasta el río y observar los
diversos pilares algunos de ellos inclinados por falta de mantenimiento y por
las fuertes crecidas del río.
Cerca del río existe un sendero que nos permite subir al trazado de la vía
del tren donde los raíles y las traviesas han desaparecido, lo que se conserva
es el soporte de la vía formado por el balasto y el subbalasto, además del
sustrato compuesto por la capa de formación y la base que dan la altura
necesaria para que el tren pudiera en su día salvar el río Henares.
Retrocediendo por nuestros pasos hasta los dos pilares grafiteados,
proseguimos por la pista hasta llegar a un gran azud construido a base de
hormigón, creando una peculiar línea oblicua.
En función de cómo este el caudal del río es posible cruzar por el azud a
la otra orilla, desde esta ubicación se aprecian los cortados yesiferos del río
Henares y una panorámica del río espectacular.
Desde el inicio del azud en la orilla derecha del río, los lados de las
orillas de los ríos siempre se indican posicionándose mirando aguas abajo,
hacia donde circula la corriente del río, entre la densa vegetación aparece un
sendero por el cual nos podemos adentrar unos pocos metros para contemplar un
devastado bosque repleto de árboles caídos, entre los troncos abatidos surgen
arboles jóvenes que modelan el resurgir del bosque, creando un escenario
inusitado.
El camino de vuelta lo realizaremos por el mismo camino, hasta que
lleguemos a la zona de las dos lagunas y del denso pinar, que atravesaremos por
el mismo camino que el de la ida, nada más salir del bosque surge una
bifurcación, tomaremos la marcada curva hacia la derecha para seguir caminando
por una amplia pista de tierra, a unos 250 metros giramos a la izquierda para
andar en línea casi recta 350 metros, en este punto surge un ramal, los dos
caminos que aparecen ante nosotros llegan al mismo punto, a modo de
recomendación les sugiero que cojan el de la izquierda.
A tan solo 130 metros del ramal, aparece una amplia pista hacia la
izquierda, la cual no tomaremos y seguiremos recto para atravesar un pequeño
bosque isla compuesto por tarays, el camino se estrecha para posteriormente
ensancharse, según avanzamos a nuestra derecha desemboca la otra sección del
ramal que es otra opción para elegir con anterioridad perfectamente válida.
Continuamos por la pista de tierra sin abandonarla, nada más salir de una
ligera curva hacia la izquierda surge un camino de tierra más oscura en línea
recta, el cual ignoraremos.
Esta pista nos lleva hasta la gran tubería de color azul que atraviesa de forma
aérea el cauce del río Jarama, desde este punto retomaremos el mismo camino que
el de la ida, cruzando por debajo de la M-50 y M-45, el puente sobre el río
Jarama, para posteriormente seguir por el Paseo de Plátanos y terminar en el
inicio del Paseo de los Chopos.
La ruta expuesta es muy agradable de realizar por ser totalmente llana y
por la gran diversidad de avifauna que alberga todo el recorrido, es muy
recomendable evitar realizar la ruta en verano, siendo el invierno, otoño y
principios de primavera las estaciones más aconsejables para realizar la
excursión.
Si desean ampliar información o disfrutar de una visita guiada, contacten
conmigo escribiéndome a: danielmedioambiente@gmail.com
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