El Monte de El Pardo, está situado al norte del municipio de Madrid supone el 26% del término municipal de la capital, desde el kilómetro cero situado en la Puerta del Sol hasta el límite meridional de el Monte de El Pardo apenas hay 8 kilómetros.
Madrid es una de las pocas capitales a nivel mundial que cuenta con una masa forestal tan importante y en la que además habitan animales salvajes y endémicos.
Es considerado como uno de los últimos reductos de los grandes bosques mediterráneos que existían en la Península Ibérica.
El eje central del Monte de El Pardo lo marca el río Manzanares en su tramo medio, aunque se encuentra integrado dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, la extensión de este espectacular bosque es de 16.000 hectáreas y cuenta desde 1987 con una medida de protección legislativa como es la catalogación de zona ZEPA: Zona Especial de Protección para Aves.
La gestión de este espacio natural es competencia de Patrimonio Nacional, este organismo de ámbito estatal regula las posesiones que pertenecieron a la Corona, una de las pautas que marca el estilo de gestión por parte de Patrimonio Nacional es mantener una rigurosa política proteccionista y restrictiva. De ahí que de las 16.000 hectáreas unas 15.100 hectáreas es decir un 94,4% de la superficie del Monte de El Pardo se encuentra cercado mediante una alambrada hermética en muchos de sus tramos.
Por lo que solo nos queda un 5,6% de superficie para uso público, este tipo de políticas tiene su vertiente positiva y es que gracias a que está restringido el paso en la mayoría de la superficie de esta masa forestal puede habitar una gran rapaz como es el Águila Imperial Ibérica, ya solo el nombre impone pero además esta rapaz supone un endemismo de la Península Ibérica y poder tener tan cerca de la gran ciudad de Madrid ejemplares de esta especie es todo un lujo que pocos madrileños conocen, la vertiente negativa es que si se tuviera acceso público a toda esta zona sería imposible mantener el número de especies y el actual estado de conservación, simplemente por la falta de concienciación y respeto que tienen las persona sobre el medio natural.
Tras la pertinente introducción, es hora de conocer in situ lo que nos depara el Monte de El Pardo, empecemos por el bosque predomínate, el bosque mediterráneo compuesto mayoritariamente por encinas (Quercus ilex) y por algún residual alcornoque (Quercus suber), entre estos árboles encontramos arbustos como: Jara pringosa (Cistus ladanifer), Torvisco (Daphne gnidium) y Retama blanca (Retama sphaerocarpa).
En el estrato herbáceo, encontramos la botonera (Helychrisum stoechas), la lengua de buey (Anchusa azurea), la ruda (Ruta graveolens), y aromáticas del género Lavándula.
La vegetación del bosque mediterráneo está caracterizada por una extraordinaria adaptación a la escasez de precipitaciones (500 y 600 mm anuales).y a las oscilaciones térmicas marcadas por un descenso de las temperaturas durante la noche y un alza de las mismas durante el día.
En la estación otoñal podremos encontrar hongos, entre los que citaremos los pedos de lobo (géneros Bovista y Lycoperdon), senderuelas (Marasmium oreades), estrellas de tierra (Geaster sp y Astraeus hygrometricus) y hongos de corteza (Trametes versicolor).
En cuanto a la fauna que podemos divisar en las zonas de encinar, es muy diversa en las zonas de dehesa los mamíferos predominantes son el jabalí (Sus scorfa), ciervo (Cervus elaphus) y gamo (Dama dama), en las zonas donde el encinar es más cerrado y asilvestrado encontramos mamíferos como: zorros (Vulpes vulpes), conejos (Oryctolagus cuniculus), comadreja (Mustela nivalis), gineta (Genetta genetta), raton de campo (Apodemus sylvaticus) y topos (Talpa caeca).
Las aves que podemos encontrar son muy diversas, pero es de rigor nombrar las más significativas: paloma torcaz (Columba palumbus), rabilargos (Cyanopica cyanus), pito real (Picus viridis) , pinzones (Fringilla coelebs), agateadores comunes (Certhia brachydactyla), chotacabras pardos (Caprimulgus ruficollis), zorzales charlos (Turdus viscivorus), mochuelos (Athene noctua), perdiz roja (Alectoris rufa), urraca (Pica pica), carbonero común (Parus major), herrerillo común (Parus caeruleus), petirrojo (Erithacus rubecula) y un largo etc.…
Si paseamos tranquilamente por la multitud de senderos que existen por la zona de libre acceso no será difícil poder ver la flora y fauna antes mencionada, tras disfrutar del encinar es hora de cambiar de paisaje que no de escenario y bajar a la zona del rio donde se localiza el bosque de ribera.
Los bosques de ribera son los más amenazados de Europa debido a que el hombre realiza sus asentamientos en las riberas de los ríos, concentrando las zona de cultivo y las zonas industriales cerca de los ríos, por lo que la presión que sufren estos bosques es muy alta, de ahí que los grandes ríos Europeos tengan sus orillas pavimentadas o desnaturalizadas.
Uno de los graves problemas que sufre el hombre a consecuencia de sus actuaciones son las riadas o desbordamientos de los cauces de los ríos, circunstancia que deriva de la desaparición de la vegetación de ribera tan adaptada y especializada a los cauces de los ríos, de ahí que cuando se da un ciclo hidrológico por encima de la media los ríos experimentas subidas en su caudal algo realmente positivo, en los casos donde el bosque de ribera se encuentra en un estado de conservación optimo el cauce se desborda de forma moderada ya que la vegetación y la tierra absorbe gran cantidad de agua cuando la zona se satura la vegetación realiza una tarea de retención de la masa de agua evitando la creación de las avenidas o escorrentías, debido a la morfología del bosque de ribera que evita que el agua pueda coger velocidad fenómeno que incrementa el factor destructivo de las masas de agua.
A la orilla del río Manzanares encontramos un sendero que nos acerca al medianamente bien conservado bosque de ribera, con nuestra guía en la mano podremos empezar a identificar una amplia diversidad de especies de árboles como: el sauce (Salix alba), el fresno (Fraxinus angustifolia), el chopo (Populus alba) y el aliso (Alnus glutinosa). En el estrato arbustivo está representado por zarzas (Rubus sp), junco churrero (Scirpus holoschoenus), retamas blancas (Retama sphaerocarpa) e hinojo (Phoeniculum vulgare), principalmente. Encontraremos aquí flora estrechamente ligada a las zonas de ribera, como la espadaña o enea (Typha latifolia), la lenteja de agua (Lemna minor) y algunas poligonáceas (como Poligonum anphibium).
En cuanto a la fauna cabe reseñar que el hombre no le basta con destruir los bosques de ribera sino que en su empeño de modificar todo aquello que se le antoja ha introducido especies exóticas produciendo consecuencias nefastas, de hecho la introducción de especies exóticas a ecosistemas autóctonos es de las primeras causas de pérdida de biodiversidad.
Ejemplo de ello, lo encontramos en el cauce y orillas del rio Manzanares, donde podemos observar especies exóticas e introducidas como: visón americano (Neovison vison), galápago de Florida (Trachemys scripta elegans), cangrejo americano (Procambarus clarkii), alburno (Alburnus alburnus), todo la fauna que ha sido introducida ha creado un impacto muy negativo en la fauna autóctona, por todos es conocido que el cangrejo americano ha desplazado al cangrejo autóctono debido al contagio de enfermedades y por competencia, si añadimos la presión de pesca que ha sufrido el cangrejo autóctono obtenemos la desaparición de una especie de prácticamente todos los ríos de la Península Ibérica, parece ser que nunca nos conformamos con lo que tenemos y pretendemos cambiar lo que la naturaleza nos ofrece.
La fauna piscícola que alberga el rio Manzanares está compuesta por carpas comunes (Cyprinus carpio), barbos comunes (Barbus barbus), lucios (Esox lucius); principalmente.
Las aves que dan color a este escenario son el abejaruco (Merops apiaster), y el martín pescador (Alcedo atthis), dos aves espectaculares por su colorido y por sus especializaciones, la banda sonora la ponen los ruiseñores bastardos (Cettia cetti), son comunes los bandos de tórtolas comunes (Streptopelia turtur) y de grajillas (Coloeus monedula), raramente podremos observar oropéndola (Oriolus oriolus), con más frecuencia veremos a las garzas reales (Ardea cinérea), garceta común (Egretta garzetta), ánade azulón (Anas platyrhynchos), cormorán grande (Phalacrocorax carbo), gaviota reidora (Larus ridibundus), gaviota sombría (Larus fuscus), lavandera blanca (Motacilla alba) y en época estival podremos ver como sobrevuelan la superficie del agua aves como: la golondrina común (Hirundo rustica), golondrina dáurica (Cecropis daurica) y el avión zapador (Riparia riparia).
En cuanto a las rapaces que podemos visualizar ayudándonos de unos prismáticos, están: alcotanes (Falco subbuteo), águila imperial ibérica (Aquila adalberti), buitre negro (Aegypius monachus), buitre leonado (Gyps fulvus), cárabos (Strix aluco), búho real (Bubo bubo) y mochuelo europeo (Athene noctua).
Si cogemos el camino de la orilla derecha y lo seguimos aguas arriba, podremos encontrar rastros en forma de excrementos o de huellas de mamíferos como: erizos (Erinaceus europaeus), musarañas (Crocidura russula), ratas de agua (Arvicola sapidus), comentan por la zona que se han llegado a ver nutrias (Lutra lutra).
Más próximo a la orilla del rio encontraremos o al menos en época de reproducción escucharemos a los anfibios como la rana común (Ranaridibunda), el sapo corredor (Bufocalamita) y el sapo común (Bufo bufo), otro anfibio difícil de ver es el tritón jaspeado (Triturus marmoratus).
Los reptiles están representados por la culebra de agua (Natrix maura) el galápago leproso (Mauremys caspica), la lagartija cenicienta (Psammodromus hispanicus) el lagarto ocelado (Lacerta lepida), la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus) y la culebra de escalera (Elaphe scalaris).
En lo referente a la geología y geomorfología el Monte de El Pardo está ubicado en un valle formado por el río Manzanares, los suelos que encontramos por la zona contienen compuestos arenosos y detríticos, originados por la disgregación de los materiales graníticos de la Sierra de Guadarrama y de la Sierra del Hoyo de Manzanares.
La granulometría del suelo es de un gran tamaño lo que nos indica que es un suelo joven, por lo tanto vulnerable a los agentes erosivos, como el viento y el agua.
La orografía del paraje es poco montañosa, ya que lo que predominan son las llanuras y las colinas redondeadas, la altitud ronda entre los 600 y 800 metros, solo los arroyos como el de la Trofa, Manina, Tejada y Zarzuela se encargan de horadar entre colinas pequeños barrancos para poder verter sus aguas al río Manzanares, aun así estos pequeños arroyos procedentes en su mayoría de la Sierra del Hoyo sufren un gran estiaje.
Debido a la poca pendiente del terreno las aguas del río Manzanares apenas llevan corriente, si le sumamos la acción del embalse de El Pardo que cuenta con una superficie de 550 hectáreas donde se llegan a acumular reservas de agua por un total de 43 hm³obtenemos que en algunos tramos el rio remansa en demasía sus aguas, produciendo en ocasiones pequeñas zonas donde el agua queda retenida sufriendo el proceso de eutrofización del agua.
Si has disfrutado con la lectura y observación del vídeo que a continuación podrán visualizar, no dudes en acercarte un día al Monte de El Pardo, si lo deseas puedes ponerte en contacto conmigo danielmedioambiente@gmail.com, para poder organizarte una visita guiada por este entorno tan cerquita de Madrid y tan impresionantemente bien conservado.
Disfruta del Monte de El Pardo, mira el vídeo que te sorprenderás:
Disfruta del Monte de El Pardo, mira el vídeo que te sorprenderás:
Es una salida excelente. Tan cerca y tan a la vez tan distinta del paisaje urbano tan habitual para nosotros/as. También es muy pedagógica porque permite comprender el paisaje actual a la luz de la trayectoria histórica y la sucesión de usos. Muy buen post.
ResponderEliminarUn cordial saludo,
Muchas gracias por su comentario, me alegra saber que el blog cumple con una de su objetivos el de transmitir conocimientos y así poder respetar y proteger más a la naturaleza que tan olvidada tenemos en muchas ocasiones.
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