En
el Real Jardín Botánico, CSIC se exhibe la colección de bonsáis más famosa y
conocida de España, donada en 1996 por el ex Presidente Felipe González Márquez.
Está compuesta por un centenar de árboles y arbustos cultivados por él y sus
colaboradores según este arte oriental de jardinería. El maestro Luis Vallejo,
fue quien participó más activamente en su formación y mantenimiento.
En
el año 2005, se comenzaron a exhibir los bonsáis al público. Situados en la
Terraza de los Laureles, espacio creado expresamente para este fin, este
recinto está situado en la parte más elevada, que linda con la calle Alfonso
XII. Es una franja de terreno orientada a poniente, desde donde se divisa buena
parte del Jardín.
También
cuenta con un grupo de especies procedentes de Japón, China, Canadá y
Sudamérica, algunos de los cuales han sido preparados por destacados maestros
japoneses del bonsái, como Saburo Kato y Kimura y, que fueron regalados al ex
Presidente por jefes de Estado y de gobierno.
Los
bonsáis están colocados en tres zonas distintas, el Paseo de los Laureles, la
Glorieta del Estanque y la Glorieta de la Noria.
Están
expuestos medio centenar de ejemplares. Según las distintas estaciones, cada
ejemplar se va trasladando al lugar que se considera más adecuado por la
insolación o la temperatura.
Ascendiendo por el Paseo de los Laureles, se ven
los ejemplares pequeños, que están colocados sobre pedestales de granito hasta
llegar a la Glorieta del Estanque. En esta rotonda, se exponen, sobre una
solemne bancada, -también de granito-, los dos grandes bosques, los ejemplares
de gran tamaño y otros muy selectos. Al bajar cuatro escalones hacia el patio
del Invernadero, a la sombra de un tilo se expone otro par de ejemplares.
Desde
la Glorieta del Estanque se disfruta de la mejor vista del Jardín, con el fondo
del arbolado monumental, los invernaderos, la Puerta de Murillo, y más allá el
Museo del Prado. Desde aquí se desciende a la Glorieta de la Noria, donde se
exhiben más de una docena de bonsáis, sobre unos bancos de madera y mesas apropiadas.
El
bonsái es fruto de técnicas de jardinería oriental para cultivar árboles en
macetas. En ellos se reúne una minuciosa jardinería integrada en el arte. Todos
los pueblos viajeros han desarrollado, en mayor o menor medida, el cultivo de
plantas valiosas en macetas, -que no podían trasportarse en su tamaño natural-,
para que les acompañasen en sus traslados.
China
desarrolló desde muy antiguo una jardinería notable. Los más poderosos como
emperadores, sacerdotes, nobles o comerciantes, tenían a menudo jardines
cerrados donde disfrutar de su belleza y meditar.
Cuando se trasladaban de una
residencia a otra, hacían que les acompañase algún árbol que les recreaba un
paisaje o les unía a la eternidad. Así se desarrolló el cultivo de árboles en
macetas como símbolo de la permanencia de generación en generación.
Los
árboles, unidos al hombre, potenciaban sentimientos y creencias, al tiempo que
se establecía un diálogo durante la meditación sobre la naturaleza. A la
técnica se unió el arte, y la escultura se integró en el árbol. Esto los hizo
distintos de todo lo conocido.
En
Europa también se había extendido el cultivo de plantas en maceta. Los romanos
la utilizaron con el arte topiario. Más tarde, en las orangeríes, se cultivaron
naranjos, limoneros, palmeras y demás árboles exóticos en macetas, desde el
siglo XVI, para poder exhibirlos al aire libre durante el verano.
Más
recientemente, la fascinación por la jardinería oriental propició que los
países europeos y los Estados Unidos fueran importando esas técnicas de cultivo
que se integraron en la jardinería occidental.
A
finales del siglo XIX se trajeron bonsáis a Europa para las Exposiciones
Universales. En el siglo XX, y más aún a partir de su segunda mitad, la
apertura al Oriente facilitó el que las modas y las aficiones fueran más
universales. Las colecciones de bonsáis se fueron estableciendo en algunos
jardines destacados.
Los
bonsáis son plantas que requieren un trabajo diario, continuo y especializado.
Se utilizan las técnicas más difíciles de la jardinería. Para formar un
ejemplar de estética lograda deben pasar muchos años.
Cuando una planta
adquiere el vigor y la edad suficiente, se puede proceder a un cambio drástico
en su estilo por medio de la poda, pero tendrán que volver a pasar varios años
hasta que se equilibre el bonsái otra vez.
Los trasplantes, que se realizan
cada dos o tres años, ponen a la planta en una situación crítica y exigen mucha
experiencia. En esta operación es cuando se pueden producir importantes
fracasos.
A lo largo del año, además del riego e inspección diaria, para
mantener la estética deseada deben realizarse las tareas de pinzado, poda,
abonado, tratamientos fitosanitarios, alambrado y desalambrado. En colecciones
amplias como la del Jardín resultan indispensables un taller y un invernáculo.
Únicamente
gracias a un trabajo dedicado y con ilusión se puede lograr que la colección
merezca ser expuesta.
La
afición al cultivo de los bonsáis en España, según las técnicas japonesas,
comenzó hacia los años 80 del pasado siglo. La primera exposición de estas
plantas que se celebró en el Real Jardín Botánico de Madrid fue en 1984 y
sucesivamente otras exposiciones y concursos siguieron con regularidad.
Se
crearon clubes de Bonsái en Madrid y otras provincias; las exposiciones anuales
fueron cada vez más numerosas y visitadas, hasta que en la actualidad los
aficionados españoles participan con notable éxito en competiciones
internacionales. Se puede concluir que hoy día presenciamos el auge del cultivo
de los bonsáis en España.
Las macetas son un complemento imprescindible para el cultivo y
exhibición de los bonsáis. Forman parte de la singular estética del conjunto.
Deben ser proporcionadas al tamaño y la calidad de cada árbol.
Las formas y los
materiales son muy variadas, pero deben cumplir unos requisitos exigentes de
resistencia a las inclemencias del tiempo. Su aspecto y color varían desde el
mate al brillante y del blanco al negro.
Las de origen chino con frecuencia se adornan con paisajes o
textos alusivos a la planta que se cultiva en ellas. En algunos casos se
diseñan para un bonsái determinado, como las destinadas a acoger bosques o
paisajes.
Antiguamente los alfareros o ceramistas las moldeaban con arcillas
especiales y cocían en hornos de leña, como el gres o la porcelana dura. Los
artesanos las firmaban con su sello o su nombre. Algunas regiones se
especializaron en esa producción; tanto en Yixing (China) como en Tokoname
(Japón) había numerosos ceramistas, algunos de ellos muy cotizados.
En la actualidad se fabrican de manera más industrializada, pero
todavía se conservan las tradiciones. En Europa (Reino Unido) también existen
alfareros cuyas macetas son muy cotizadas. En la colección del Jardín se puede
apreciar una muestra variada de macetas antiguas, modernas y de cultivo.
En el siguiente vídeo podrán ver la gran colección de bonsáis que alberga el Botánico:
En el siguiente vídeo podrán ver la gran colección de bonsáis que alberga el Botánico:
Fuente: Real Jardín Botánico, CSIC.
www.rjb.csic.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario