domingo, 5 de agosto de 2012

COLECCIÓN DE BONSÁIS DEL REAL JARDÍN BOTÁNICO DE MADRID, CSIC

En el Real Jardín Botánico, CSIC se exhibe la colección de bonsáis más famosa y conocida de España, donada en 1996 por el ex Presidente Felipe González Márquez. Está compuesta por un centenar de árboles y arbustos cultivados por él y sus colaboradores según este arte oriental de jardinería. El maestro Luis Vallejo, fue quien participó más activamente en su formación y mantenimiento.

En el año 2005, se comenzaron a exhibir los bonsáis al público. Situados en la Terraza de los Laureles, espacio creado expresamente para este fin, este recinto está situado en la parte más elevada, que linda con la calle Alfonso XII. Es una franja de terreno orientada a poniente, desde donde se divisa buena parte del Jardín.

Se considera el conjunto más importante de especies autóctonas ibéricas con 61 ejemplares de tejo, sabina negra y albar, acebuche, alcornoque, encina, haya, lentisco, boj, majuelo y olmo entre otros.

También cuenta con un grupo de especies procedentes de Japón, China, Canadá y Sudamérica, algunos de los cuales han sido preparados por destacados maestros japoneses del bonsái, como Saburo Kato y Kimura y, que fueron regalados al ex Presidente por jefes de Estado y de gobierno.

Los bonsáis están colocados en tres zonas distintas, el Paseo de los Laureles, la Glorieta del Estanque y la Glorieta de la Noria.

Están expuestos medio centenar de ejemplares. Según las distintas estaciones, cada ejemplar se va trasladando al lugar que se considera más adecuado por la insolación o la temperatura. 

Ascendiendo por el Paseo de los Laureles, se ven los ejemplares pequeños, que están colocados sobre pedestales de granito hasta llegar a la Glorieta del Estanque. En esta rotonda, se exponen, sobre una solemne bancada, -también de granito-, los dos grandes bosques, los ejemplares de gran tamaño y otros muy selectos. Al bajar cuatro escalones hacia el patio del Invernadero, a la sombra de un tilo se expone otro par de ejemplares.

Desde la Glorieta del Estanque se disfruta de la mejor vista del Jardín, con el fondo del arbolado monumental, los invernaderos, la Puerta de Murillo, y más allá el Museo del Prado. Desde aquí se desciende a la Glorieta de la Noria, donde se exhiben más de una docena de bonsáis, sobre unos bancos de madera y mesas apropiadas.

El bonsái es fruto de técnicas de jardinería oriental para cultivar árboles en macetas. En ellos se reúne una minuciosa jardinería integrada en el arte. Todos los pueblos viajeros han desarrollado, en mayor o menor medida, el cultivo de plantas valiosas en macetas, -que no podían trasportarse en su tamaño natural-, para que les acompañasen en sus traslados.

China desarrolló desde muy antiguo una jardinería notable. Los más poderosos como emperadores, sacerdotes, nobles o comerciantes, tenían a menudo jardines cerrados donde disfrutar de su belleza y meditar. 

Cuando se trasladaban de una residencia a otra, hacían que les acompañase algún árbol que les recreaba un paisaje o les unía a la eternidad. Así se desarrolló el cultivo de árboles en macetas como símbolo de la permanencia de generación en generación.

Los árboles, unidos al hombre, potenciaban sentimientos y creencias, al tiempo que se establecía un diálogo durante la meditación sobre la naturaleza. A la técnica se unió el arte, y la escultura se integró en el árbol. Esto los hizo distintos de todo lo conocido.

En Europa también se había extendido el cultivo de plantas en maceta. Los romanos la utilizaron con el arte topiario. Más tarde, en las orangeríes, se cultivaron naranjos, limoneros, palmeras y demás árboles exóticos en macetas, desde el siglo XVI, para poder exhibirlos al aire libre durante el verano. 

Más recientemente, la fascinación por la jardinería oriental propició que los países europeos y los Estados Unidos fueran importando esas técnicas de cultivo que se integraron en la jardinería occidental.

A finales del siglo XIX se trajeron bonsáis a Europa para las Exposiciones Universales. En el siglo XX, y más aún a partir de su segunda mitad, la apertura al Oriente facilitó el que las modas y las aficiones fueran más universales. Las colecciones de bonsáis se fueron estableciendo en algunos jardines destacados.

Los bonsáis son plantas que requieren un trabajo diario, continuo y especializado. Se utilizan las técnicas más difíciles de la jardinería. Para formar un ejemplar de estética lograda deben pasar muchos años. 

Cuando una planta adquiere el vigor y la edad suficiente, se puede proceder a un cambio drástico en su estilo por medio de la poda, pero tendrán que volver a pasar varios años hasta que se equilibre el bonsái otra vez. 

Los trasplantes, que se realizan cada dos o tres años, ponen a la planta en una situación crítica y exigen mucha experiencia. En esta operación es cuando se pueden producir importantes fracasos. 

A lo largo del año, además del riego e inspección diaria, para mantener la estética deseada deben realizarse las tareas de pinzado, poda, abonado, tratamientos fitosanitarios, alambrado y desalambrado. En colecciones amplias como la del Jardín resultan indispensables un taller y un invernáculo.

Únicamente gracias a un trabajo dedicado y con ilusión se puede lograr que la colección merezca ser expuesta.

La afición al cultivo de los bonsáis en España, según las técnicas japonesas, comenzó hacia los años 80 del pasado siglo. La primera exposición de estas plantas que se celebró en el Real Jardín Botánico de Madrid fue en 1984 y sucesivamente otras exposiciones y concursos siguieron con regularidad. 

Se crearon clubes de Bonsái en Madrid y otras provincias; las exposiciones anuales fueron cada vez más numerosas y visitadas, hasta que en la actualidad los aficionados españoles participan con notable éxito en competiciones internacionales. Se puede concluir que hoy día presenciamos el auge del cultivo de los bonsáis en España.

Las macetas son un complemento imprescindible para el cultivo y exhibición de los bonsáis. Forman parte de la singular estética del conjunto. Deben ser proporcionadas al tamaño y la calidad de cada árbol. 

Las formas y los materiales son muy variadas, pero deben cumplir unos requisitos exigentes de resistencia a las inclemencias del tiempo. Su aspecto y color varían desde el mate al brillante y del blanco al negro.

Las de origen chino con frecuencia se adornan con paisajes o textos alusivos a la planta que se cultiva en ellas. En algunos casos se diseñan para un bonsái determinado, como las destinadas a acoger bosques o paisajes.

Antiguamente los alfareros o ceramistas las moldeaban con arcillas especiales y cocían en hornos de leña, como el gres o la porcelana dura. Los artesanos las firmaban con su sello o su nombre. Algunas regiones se especializaron en esa producción; tanto en Yixing (China) como en Tokoname (Japón) había numerosos ceramistas, algunos de ellos muy cotizados.

En la actualidad se fabrican de manera más industrializada, pero todavía se conservan las tradiciones. En Europa (Reino Unido) también existen alfareros cuyas macetas son muy cotizadas. En la colección del Jardín se puede apreciar una muestra variada de macetas antiguas, modernas y de cultivo.

En el siguiente vídeo podrán ver la gran colección de bonsáis que alberga el Botánico:



Fuente: Real Jardín Botánico, CSIC.

www.rjb.csic.es

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