Dentro
del Parque Regional del Sureste de
la Comunidad de Madrid, se encuentran los cerros de la Marañosa, con una altura
máxima de unos 698 metros, los cortados más espectaculares se localizan en la
localidad de Rivas Vaciamadrid.
La
ruta que a continuación les describo transcurre en todo momento paralela al río
Manzanares hasta su desembocadura en el río Jarama, lo que nos permite
disfrutar en todo momento del tramo bajo de los dos ríos anteriormente
mencionados.
Tras
estacionar el vehículo nada más dejar a tras el gran edificio de la Escuela
Nacional de Protección Civil, iniciamos la senda que transcurre por el Camino
del Estrecho, para ello tenemos que cruzar el Puente del Congosto que nos
facilita salvar las aguas del río Manzanares, lugar propicio para realizar un parada
y observar aves limícolas que encontraremos correteando en busca de alimento
por las pequeñas playas fluviales que se crean en los márgenes del río.
Nada
más cruzar el madrileño río Manzanares encontramos probablemente el tesoro más
espectacular que nos ofrece la senda, una gran olmeda que a duras penas resiste
a la temible grafiosis.
La
olmeda se encuentra situada dentro de una finca destinada a la ganadería, para
poder observar esta maravilla botánica solo tendremos que seguir el camino que
durante unos metros se encuentra custodiado por varios olmos, encontrándose la
mayoría de ellos justo en el margen derecho del río Manzanares.
Por
su extraordinaria singularidad, por su gran valor histórico y natural, visitar
este vestigio botánico te hace comprender la fortaleza de los olmos que
componen una de las últimas y mejor conservadas olmedas de la Península Ibérica.
El
posible origen antrópico de la olmeda queda de manifiesto al encontrarse
ejemplares de Ulmus minor s.l., de origen ibérico con Ulmus minor var vulgaris
de origen italiano.
Importantes
estudios botánicos han analizado desde el año 2000 la historia, estado
sanitario, taxonomía, dendrocronología, y características reproductivas y
genéticas de los olmos que la componen, todo ello con el objetivo de conservar
la olmeda del ataque feroz de grafiosis.
La
primera epidemia de grafiosis que se detecto en España apareció en Madrid en
los años 30 del siglo XX, el hongo Ophiostoma ulmi (cepa no agresiva de la
grafiosis), fue el responsable de la epidemia ocasionando una importante
disminución de ejemplares de Olmos.
La
segunda epidemia, ocasionada por el hongo Ophiostoma novo-ulmi, se detecta en
1980, al ser una cepa agresiva se extiende rápidamente por toda la Península
Ibérica, ocasionando la evanescencia del gran patrimonio forestal que
conformaban las grandes olmedas que habitaban a lo largo de todo el territorio.
Por
ello los aproximadamente 270 ejemplares asintomáticos que resisten merecen
nuestro respeto y admiración dándoles su merecido protagonismo dentro la
crónica de la ruta de la presa del Rey.
A
unos metros de la olmeda encontramos la Casa Eulogio, justo en este punto el camino
se bifurca, en esta ocasión elegimos el camino de la izquierda que nos permite
observar ya con cierta lejanía toda la extensión que ocupan los últimos olmos resistiendo
todas las vicisitudes que con el paso del tiempo van aconteciendo.
Siguiendo
por el cómodo y ancho camino ante nuestros ojos se va revelando un paisaje
marcado por las tierras de cultivo a nuestra izquierda y delimitado por las
paredes de los escarpados cortados a nuestra derecha.
Mientras
caminamos observamos y escuchamos a un grupo de grajillas (Coloeus monedula) posadas
en los cortados, incluso tuvimos la suerte de ver una pareja de chovas
piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax), la especie más abundante que pudimos
divisar a lo largo de toda la jornada fue la cigüeña blanca (Ciconia ciconia),
que forma grandes bandos y es muy llamativo poder ver a tantas cigüeñas volando
juntas.
Alzando
la vista a la cima de los cortados podemos observar que el árbol mas
predominante en esa zona es el pino carrasco (Pinus halepensis) y el pino piñonero (Pinus pinea) en menor
medida.
Las
tierras más próximas al río Manzanares alternan extensiones dedicadas a la
agricultura y pastoreo con un bosque de ribera en los tramos más inaccesibles
muy bien conservado, las especies que podemos localizar en estos tramos son:
sauces (Salix spp.), álamo blanco (Populus alba), chopo (Populus nigra y
Populus x canadensis), fresno (Fraxinus angustifolia), entre los árboles surgen
cañaverales (Arundo donax), carrizales (Phragmites australis) y espadañales
(Thypha spp.)
En
los terrenos con mayor salinidad se encuentran los tarajales Tamarix gallica y Tamarix canariensis.
Al
ser esta una zona donde predominan los suelos yesiferos y margas yesiferas, la
vegetación mas predominante son los matorrales que muestran una gran diversidad
fisonómica y taxonómica.
Los
matorrales calizos más abundantes son: los romeros (Rosmarinus officinalis),
romero macho (Cistus clusii), tomillo terrero (Teucrium polium subsp.
Capitatum), tomillo de mejorana (Thymus masticina), ontina (Artemisia
herba-alba), efedra (Ephedra nebrodensis) (Ephedra distachia).
Las
plantas que habitan en los yesos han desarrollado adaptaciones anatómicas para
poder sobrevivir a las duras condiciones que se dan en estos suelos, al estar
asentadas en muchas ocasiones en zonas de pendientes las plantas se han visto
obligadas a evitar el desaprovechamiento del agua producido por la
transpiración.
A
lo largo del camino encontramos una gran diversidad de matorrales gipsófilos
localizados en las paredes de los imponentes cortados, los más predominantes
son: los jabunales (Gypsophila struthium), frankeniares (Frankenia thymifolia),
sisallares (Salsola vermiculata), hierba de las pecas (Lepidium subulatum),
entre las más destacadas se encuentra la Reseda suffruticosa importante
endemismo ibérico.
Otra
de las especies botánicas con más presencia en los cortados y que forma grandes
pastizales son los atochares, gracias a su carácter xerofítico su adaptación es
extraordinaria, la especie más cuantiosa es la Stipa tenacissima, que sin
dificultad podremos observar en las laderas, barrancos y cortados que a lo
largo del camino vamos encontrando.
Otras
especies de atochares asentadas en la zona son la Stipa offneri, Stipa
parviflora y la Stipa pennata, los atochares son comunidades termófilas que
colonizan con éxito las solanas y que comparten el hábitat con otros taxones
gipsícolas.
Todo
este tipo y variedad de flora crean el ecosistema ideal ciertos insectos entre
ellos dos importantes endemismos como son el escarabajo avispa (Plagionotus
marcorum) y el crisomélido (Cryptocephalus bahilloi)
Continuando
con la ruta encontraremos diferentes construcciones en estado ruinoso que van
siendo colonizadas por la vegetación otorgándoles un aspecto singular, los
vestigios de las primeras casas que localizamos fueron en su día la Cantina del
Tío Jesús y a unos cientos de metros más adelante justo al salir de la amplia
curva que presenta el camino encontramos la Casa Coberteras.
En
las escasas zonas de umbrías de los cortados podemos ver como especies como el
musgo, la higuera o el majuelo habitan en estas zonas donde la humedad se
concentra.
Desde
que cruzamos el puente sobre el río Manzanares en el inicio de la ruta ya no se
le vuele a ver hasta que subimos una de las escasas cuestas que presenta el
recorrido, desde este punto contemplaremos las aguas del río que nos
acompañaran a lo largo del todo el camino.
La
existencia de diversos niveles de terrazas en los valles de los ríos Jarama,
Manzanares y Henares revelan procesos neotectónicos, por lo que los cortados de
la Marañosa son cerros testigos que surgieron fruto de diversos movimientos
tectónicos.
La
erosión producida por la acción de los cursos de agua ha ido creando caprichosas
formas por lo que podremos sacar sin dificultad similitudes cotidianas.
Al
ser un sustrato muy frágil a lo largo del camino veremos grandes bloques de
terreno que se han desprendido del cortado y han terminado al otro lado de la
pista en las tierras de labranza, por ello es muy importante no adentrarse por
las paredes de los cortados ya que de lo contrario podremos causar algún
movimiento en terreno y crear una situación de peligro totalmente innecesaria,
por otro lado está totalmente prohibido transitar por los cortados debido al
daño que se le causa a la flora y a las molestias que pueden sufrir las aves
que nidifican en los cortados.
Nada
más llegar al Peñón del Toro, el camino nos permite atravesar un conjunto de
casas de campo habitadas, las primeras casas bajas adosadas que nos encontramos
se denominan Casa de los Conejos y a unos pocos metros más adelante se sitúa la
Casa del Tío Miracielos, donde vimos gallinas y en los aledaños de esta
edificación observamos a un peculiar rebaño de cabras cada una de ellas con una
policromía dispar.
En
este punto del camino la actividad agrícola se acentúa existiendo a ambos lados
del camino tierras de cultivo principalmente de cereal, poco a poco el
espacioso camino se va convirtiendo en un angosto sendero que nos invita a
subir la segunda cuesta del camino.
Al
encumbrar el pequeño repecho disfrutamos de unas vistas únicas de la
desembocadura del río Manzanares en el río Jarama, ambos ríos forman una
perfecta “Y”, aguas más abajo se van
acumulando sedimentos que transportan los dos rios formando bancos de arena y
playas fluviales donde las aves acuáticas transitan sosegadamente.
Las
especies que observamos sin ninguna dificultad fueron: ánade azulón (Anas
platyrhynchos), ánade friso (Anas strepera), cerceta común (Anas crecca),
porrón europeo (Aythya ferina), porrón moñudo (Aythya fuligula), cormorán
grande (Phalacrocorax carbo) y focha común (Fulica atra).
Este
mirador natural nos permite no solo observar a las aves y el sensacional
paisaje, además nos ofrece la posibilidad ver de cerca un gran derrumbamiento y
examinar miles de cristales de yeso que afloran entre los bloques desprendidos.
El
sinuoso camino sortea con un pequeño zigzag los fragmentos del terreno
desprendidos del cortado, una vez superada este pequeño obstáculo el sendero
recupera su estado rectilíneo y recorre una preciosa terraza que nos permite
atisbar el río Jarama.
Una
pequeña y solitaria construcción a modo de atalaya de estilo neomudéjar nos
permite realizar una parada para observar la Presa del Rey y beber un poco de
agua de las cantimploras para hidratarnos.
Tras
el pequeño descanso el sendero descendiente nos conduce hasta un canal de agua
y la propia presa, la cual visitamos y descubrimos un camino que da acceso a
las tierras de cultivo las cuales estaban siendo trabajadas por dos
agricultores provistos de sus correspondientes tractores.
El
afán aventurero nos animo a adentrarnos campo a través en busca de las aguas
del río Jarama, esta acertada decisión nos permitió descubrir una paradisiaca
playa fluvial de fina arena blanca la cual colonizamos momentáneamente para
realizar la merecida comida.
Durante
los momentos de descanso en la playa fluvial tuvimos la fortuna de ver una
pareja de martín pescador (Alcedo atthis) tanto en vuelo como posados, al igual
que una garza real (Ardea cinerea) que tras capturar un pez del río fue
incomodada por una oportuna gaviota sombría (Larus fuscus), la cual no
consiguió su propósito apoderarse del pez de la garza real.
Una
vez recuperadas las fuerzas y descansado plácidamente en la playa fluvial,
emprendimos el camino de regreso no sin antes asegurarnos de no dejar ningún
residuo en la zona, al ser una ruta lineal la ida y la vuelta hay que
efectuarla por el mismo camino.
La
luz del atardecer en esta zona es mágica la paleta de colores es prácticamente
infinita y se le añadimos la presencia de un busardo ratonero (Buteo buteo)
sobrevolando los cortados es todo un espectáculo.
Aun
nos quedaba una sorpresa más por disfrutar, a unos cientos de metros de
finalizar la ruta oteamos en lo más alto de la copa de un árbol al rey de las
rapaces nocturnas el búho real (Bubo bubo), era la primera vez que veía
relativamente cerca un búho real y pude contemplarlo durante un prolongado
espacio de tiempo, mientras la luz del sol se desvanecía y empezaba anochecer
la imponente silueta del búho real empezaba a difuminarse en la oscuridad aun
así sus característicos penachos lo delataban.
Si
quieren descubrir una ruta sencilla y llena de valores naturales que observar y desean que les organice una ruta guiada contacten conmigo escribiendo a: danielmedioambiente@gmail.com
Es impresionante y admirable lo que se pudo observar en el recorrido por la Presa del Rey, descubrir lugares su flora y fauna hicieron de esta ruta todo un espectáculo.
ResponderEliminarCabe recalcar la diversidad de aves y plantas que se observo a lo largo del camino, gracias a nuestro guía Daniel quien nos explico cada una de las especies que se pudo admirar.
Muchas gracias por su comentario, me alegra de que disfrutara realizando tan agradable ruta.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Daniel, indicas que la ruta es circular pero en el mapa no lo representa no? Lo digo porque quiero hacerla con un niño de 7 años y me animo si es circular pero si hay que ir y volver, sería demasiado. son 13 km en total??
ResponderEliminarHola gracias por comentar, el camino de ida es el mismo que el de vuelta, por lo que no es circular. En total son casi 14 km, son llanos y una buena estación para hacer esta ruta es ahora en otoño. Importante llevar agua ya que no hay fuentes y almuerzo, si su hijo esta acostumbrado a andar seguramente si la puedan hacer sin problema, siempre es bueno ir haciendo paradas para descansar y disfrutar del paraje.
Eliminar