Antes de nada presentare la
especie protagonista de la historia, para que todos los seguidores y lectores
del blog puedan identificar de ahora en adelante a las gallinetas, especie a
tener en cuenta cuando realicemos excursiones por ecosistemas acuáticos, como:
marismas, deltas, estuarios, canales, charcas, lagunas, lagos, tramos medios y
bajos de ríos, estanques de parques y jardines. Todo humedal es potencialmente
habitable por las gallinetas.
La Gallineta común
(Gallinula chloropus), pertenece al orden de las gruiformes, en el cual se
agrupan tres familias (grullas, avutardas, fochas y afines) que representan entre
ellas claras diferencias en cuanto a tamaño, aspecto y exigencias de hábitat.
Todas poseen patas más o
menos largas y sus polluelos son nidífugos. Durante la muda, al perder las
plumas de las alas y de la cola, algunas especies experimentan una cierta
incapacidad temporal para volar.
La gallineta es un ave
ligada a la vegetación palustre, común en cañaverales, ríos y charcas. De
carácter esquivo y hábitos crepusculares. Expresa su alarma con sacudidas de la
popa blanquinegra.
Especie residente, de pequeño
tamaño y plumaje oscuro, destaca por presentar patas de tonalidad verdosa y
dedos largos con fuertes uñas que le permite correr y trepar por la vegetación
circundante. Al nadar reclinan varias veces la cabeza y ante un peligro o
posible amenaza realizan unos cuantos chapoteos antes de iniciar el vuelo.
Emite unos reclamos muy
característicos y presenta una alimentación muy variable de semillas, frutos e
insectos. Es nidificante y la elaboración del nido se realiza en plataformas
entre la vegetación palustre, tiene forma de cesta provista en ocasiones de
techo, oculto normalmente entre la densa vegetación. Se la observa entre la
vegetación de los márgenes de charcas y arroyos principalmente.
Su longitud oscila entre los
27 y 31 cm, común en lagos pequeños, estanques, charcas y ríos con una densa
cobertura vegetal. Suele ser escondidiza y tímida, pero es bastante osada en
algunos lugares donde puede vérsela deambulando a la vista en prados ribereños.
Ave del tamaño de una paloma, oscura de cola larga y patas largas y verdes con
dedos largos. Pico rojo con la punta de color amarillo, sus plumas son de color
gris pizarra, en la parte superior el plumaje adquiere un matiz parduzco.
Una fina y elegante línea de
color blanco recorre todo su cuerpo, al igual que los lados de las
infracobertoras y caudales que resaltan al ser de color blanco.
La gallineta cuando es vista
desde atrás se aprecia en su cola una marcada V invertida de color blanco muy llamativa.
Cuando anda por las orillas
sacude su alta cola, en el medio acuático al nadar sacude su cabeza de forma
rítmica.
Los ejemplares jóvenes se
diferencian de los adultos por el color de su plumaje de tonalidades parduzcas
y grisáceas. Su mentón y garganta es de color blanco sucio.
Otro método para identificar
a las gallinetas jóvenes es por la morfología, los movimientos, la línea
lateral y las infracobertoras y caudales blancas. Los pollos presentan un
plumón como el de la focha común negro con el pico rojo pero sin collar pardo
amarillento. Recuerda a una gallina por los movimientos de cabeza y
cola.
Su canto presenta un amplio
repertorio, siendo la voz más típica un reclamo corto, explosivo y burbujeante
o gargarizante un ¡¡caiorr!! que revela la presencia del ave entre los
carrizos. Otros reclamos son ki-keck agudo que utiliza cuando está inquieta y
un kreck, kreck, kreck trisílabo, rápido y chasqueante que puede repetirse
durante largos periodos y también los emite de noche en vuelo.
Una vez presentada la
especie nos centraremos en relatar la apasionada historia real de la pareja de
gallinetas formada por Zaida y Zacarías.
Por motivos laborales tuve
la suerte de pasar los fines de semana del mes de marzo, abril y mayo del año
2015 en el Puente de Toledo, de estilo barroco (churrigueresco), construido
entre los años 1718 y 1732 por el arquitecto Pedro de Ribera.
El puente, con un diseño
barroco, se compone de una parte central formada por 9 arcos de medio punto con
sólidos contrafuertes y tambores que se rematan en balconcillos. El tablero
tiene un ancho de 4'95 metros.
En la zona central se
encuentran dos hornacinas o templetes adornados con elementos churriguerescos y
que contienen las estatuas en piedra caliza de los patrones de Madrid, San
Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, realizadas en 1723 por el escultor
Juan Alonso Villabrille y Ron con la colaboración de Luis Salvador Carmona.
En cada extremo del tablero
se extienden sendas rampas que enlazan con cada una de las orillas. En el
lateral correspondiente a la glorieta de Pirámides otras dos rampas,
transversales al puente, daban antiguamente acceso a los lavaderos y huertas
situados en la orilla del río. Llamativos son también los obeliscos que incluyó
en el siglo XIX el arquitecto Francisco Javier de Mariategui en el extremo
norte, así como las dos fuentes que diseñó Ribera en la parte más cercana al
centro de la ciudad, sin duda es uno de los rincones más bonitos de la ciudad
de Madrid.
Retomando la historia de
nuestros protagonistas Zaida y Zacarías, bajo uno de los 9 arcos del puente de
Toledo, en un pillar cilíndrico provisto con un tajamar de forma piramidal,
ambas gallinetas decidieron instalar su nido, no sin esfuerzo ya que los
materiales que utilizaron para su construcción eran los que arrastraba la
corriente del río, en su mayoría residuos reutilizados por las gallinetas y
algún que otra rama.
En esta zona el río
Manzanares presentaba un caudal que permitía la aparición de islas y playas
fluviales, zonas con más o menos corriente donde Zaira y Zacarías podían
encontrar alimento y materiales para construir su nido.
El hábitat ideal de las
gallinetas no es el que presentaba el río Manzanares ya que no hay cobertura
vegetal en las orillas ni lugares donde puedan refugiarse, aun así los
ejemplares adultos se han ido adaptado poco a poco, mostrándose sin temor, debido
al diseño de las orillas de Madrid Río, al presentar mucha altura desde las
barandillas hasta el cauce del propio río hace que la fauna se muestre más
confiada.
Sin descanso Zaida y
Zacarías, construían y reforzaban su nido, hasta que llegó el momento en que
Zaida pasaba más tiempo dentro del nido para acomodarlo a los acontecimientos
que muy pronto se iban a originar.
El estratégico emplazamiento
del nido, en el pilar situado al otro lado de la corriente en un escalón
próximo al cauce, permitía a las gallinetas disfrutar de la seguridad de la
infraestructura elegida para tan importante propósito, procrear.
El nido repleto de
plásticos, papeles, envoltorios, ramas, hojas, trapos y un sinfín de múltiples
materiales que arrastraba la corriente y que presurosamente Zaira y Zacarías
recogían con su pico y transportaban hasta el nido, donde magistralmente lo
colocaban dado forma a todo ese enmarañado de morralla.
Los primeros días del mes
marzo fueron pasando y Zaira empezaba a pasar largos periodos de tiempo en el
nido dándole forma a la parte interior, colocando plumón y materiales mullidos,
mientras que Zacarías seguía buscando materiales para reforzar el nido y
alimento tanto para Zaira como para el mismo.
La cosmopolita pareja durante
la época de cría es muy territorial y vigilan en todo momento su territorio de
reproducción, prefiriendo que la zona se encuentre solitaria, tarea ardua por
las continuas visitas que realizaban principalmente las gaviotas y los
cormoranes, por lo que Zaira y Zacarías defendían enconadamente su territorio
enfrentándose principalmente a las gaviotas las cuales retrocedían o emprendían
perezosamente el vuelo tras los incesantes arranques de las gallinetas.
Zaira durante los primeros
días de la segunda semana del mes de marzo apenas abandonaba el nido,
permaneciendo sentada el mayor tiempo posible, inequívoco indicio de que
empezaba a depositar los 8 huevos de puesta que suelen hacer de media las
gallinetas.
Los huevos son de color
grisáceo y verdoso, presentando algunas manchas, por la ubicación del nido, no
tuve ocasión de ver en ningún momento ni el aspecto ni el número de los huevos
que Zaira depósito en el nido.
Durante el periodo de
incubación que suele durar entre 19 o 22 días Zaida y Zacarías se iban turnando
en la tarea de incubación, bien es cierto que durante el tiempo que realice las
observaciones Zaida pasada mucho más tiempo incubando los huevos y Zacarías
dedicaba el tiempo a buscar alimento y material para el nido.
La primera semana del mes de
abril, al llegar al punto de observación me lleve la grata sorpresa de ver a 5
pequeños polluelos, que suelen nacer con pocos minutos de diferencia.
Al nacer están cubiertos con
un plumón filamentoso de color negro con brillo verdoso por encima y marrón
negruzco por debajo, largo y sedoso, muy espeso, excepto en la cabeza y la cara
donde las calvas tienen tonos rosas y azulados. El pico y el incipiente
escudete son rojos en la base y aquel amarillo en el extremo, lo que les aporta
un aspecto divertido.
Al ser nidífugos, los pollos
rápidamente abandonan el nido y deambulan por los alrededores bajo la supervisión
de su padre Zacarías, mientras Zaida pasaba largos lapsos de tiempo sentada en
el nido incubando los huevos que aún no habían eclosionado.
Todo seguía su curso sin
incidencias, Zacarías espantaba a las pocas gaviotas que se acercaban a su
territorio y que aún no habían empezado la migración y los pollos correteaban y
nadaban siempre custodiados por uno de sus padres, que les alimenta en todo
momento.
Durante las horas centrales
de los días más calurosos Zaida cubría a sus crías con sus alas para
protegerlas del sol, mientras persistentemente seguía incubando los huevos que
aún le quedaban.
Con el paso de los días
Zaida desistió de seguir incubando los huevos que no eclosionaron y se centró
en la custodia y alimentación de sus crías. Los polluelos al bajar del nido al
agua nadan muy bien y picotean todo el alimento que les traen sus padres, debido
a que no son capaces de alimentarse solos hasta las 3 semanas de vida.
Según pasaban los días las
crías de Zaida y Zacarías crecían y empezaban hacer sus primeras expediciones
por el río Manzanares alejándose unos cientos de metros del nido siempre acompañados
por uno de sus padres.
Como los días eran cada vez
más cálidos la familia al completo se trasladó a un saliente provisto de una
cavidad en la orilla izquierda del río, que les permitía descansar y protegerse
del sol y de las posibles amenazas naturales.
Hasta las cinco semanas de
vida las crías dependen de los padres, ya que con unos 40 días de vida ya
pueden realizar vuelos cortos para fortalecer su musculatura, aunque todavía
permanecerán junto a sus padres algún tiempo más y a las 6-7 semanas ya vuelan
bien y se vuelven independientes.
La historia real tuvo un
cambio de rumbo inesperado, como cada fin de semana acudía al mismo punto bajo
uno de los arcos del puente de Toledo en la orilla derecha del río Manzanares,
al asomarme por la barandilla vi que el escenario era totalmente distinto, el
río manzanares ya no era el mismo, había desaparecido la isla fluvial, las
playas, el nido y el saliente donde últimamente descansaba toda la familia y
donde pasaban las noches, estaba todo bajo el agua.
El drástico cambio del río
ocurrió durante la semana del 20 al 26 de abril del 2015, a lo largo de esa
semana el tramo del río donde vivían Zaida, Zacarías y sus polluelos había sido
represado, por lo que el río había pasado de tener unos centímetros de agua a
tener varios metros de profundidad, el hábitat que necesitaban para sacar
adelante a su familia había desaparecido
Durante unos instantes
estuve buscando con los prismáticos a los polluelos, pero al no verles y
comprobar el comportamiento de Zaida y Zacarías me di cuenta de que los
polluelos no pudieron adaptarse al repentino cambio de hábitats y no
sobrevivieron.
Zaida y Zacarías presentaban
una mirada melancólica, se mantenían unidos pero distantes, Zaida parecía que buscaba
por los pilares del puente a sus crías, mientras a unos metros Zacarías estaba
posado en los peldaños de una escalera metálica situada en el muro de la orilla
izquierda del río, siendo el único lugar donde poder posarse para descansar,
aunque las gallinetas son una especie adaptada al medio acuático, necesitan
descansar y posarse de vez en cuando fuera del agua, en el caso de los
polluelos esta necesidad es mucho mayor.
La trágica perdida de los
polluelos no separo a la pareja que a los pocos días intentaba construir un
nuevo nido al otro lado del pilar donde hicieron el primero, para depositar la
segunda puesta de huevos que suelen realizar en condiciones normales, el estado
del río con tanta profundidad hacía inviable la construcción del nido, Zaida y
Zacarías depositaban materiales junto a un pequeño tallo de vegetación que
surgió de entre los pilares del puente, pero la corriente del agua se llevaba los
materiales que con tanto esfuerzo traían.
La nueva situación del río
Manzanares hizo que Zaida y Zacarías abandonaran el Puente de Toledo en
búsqueda de un nuevo espacio para intentar sacar adelante a sus futuras crías.
CONCLUSIONES
Y PROPUESTA DE MEJORAS:
La ribera del río Manzanares
a su paso por la metrópoli de Madrid ha sufrido una gran transformación donde
antes se veía una gran autopista de circunvalación la famosa M-30 ahora se ve
un gran parque lineal denominado Madrid Río, por lo que se ha conseguido ganar
un gran espacio a los coches que ahora disfrutamos los ciudadanos, la fauna y
la flora.
El soterramiento de la M-30
ha devuelto a los ciudadanos un espacio antes reservado exclusivamente a los
coches lo que supone un mejoramiento considerable de la zona, aun así considero
que el gran olvidado de la actuación ha sido el propio cauce del río Manzanares
que a día de hoy presenta en varios tramos restos de la obra, cables a la
vista, residuos y un largo etc… que solo se aprecia cuando los tramos no son
represados.
En mi opinión el cauce del
río ha sido secuestrado y en ningún tramo del río aguas abajo desde el Puente
de la Reina Victoria hasta el Parque Lineal del Manzanares se tiene acceso al
propio cauce, por lo que los ciudadanos no podemos acercarnos al agua ya que siempre
nos separan varios metros de altura.
El otro hándicap que
presenta el río son las represas muchas de ellas obsoletas, que de forma
artificial crean un cauce de varios metros de profundidad sin ningún motivo
medioambiental o ecológico, por lo que el río pierde su esencia y se convierte
en un canal artificial sin ninguna funcionalidad o producción alguna.
Las
soluciones para recuperar el cauce son diversas, la primera de ella
consistiría en limpiar todo el cauce de residuos, eliminar las represas y
reemplazarlos mediante la construcción naturalizada de azudes de poca altura
para oxigenar el agua por gravedad, dejando solo la presa existente aguas abajo
del puente de Los Franceses para regular el caudal, permitiendo que el agua
siempre tenga corriente con unos centímetros de profundidad, lo que
posibilitaría recuperar la vegetación palustre en el propio cauce dando un
aspecto mucho más naturalizado al río lo que supondría un beneficio para la avifauna y seres vivos que habitan en un ecosistema de ribera..
Al mantener una
corriente continua se evita la puesta de huevos de los mosquitos bajo el agua y
los olores que en algunas zonas se dan por mantener el agua represada, otros
grandes beneficiados serían los peces que podrían nadar libremente por el río y
librar los azudes sin mucha dificultad.
En la actualidad el río
Manzanares sufre un marcado estiaje y sus aguas están represadas primero por el
embalse de Santillana y posteriormente por el embalse del Pardo, por lo que su
control es total y su nivel caudal facilita su gestión, en caso de lluvias
torrenciales parte del exceso de agua será retenida y absorbida por la
vegetación del cauce y el resto puede ser derivado a los estanques de tormentas
existentes, siendo necesario la construcción de nuevos estanques de tormenta en
zonas estratégicas por seguridad del túnel por donde transita la M-30.
Para recuperar el acceso al
cauce del río sería necesario construir elementos arquitectónicos escalonados
que permitan a los visitantes estar más cerca del agua, esta actuación
supondría una gran inversión ya que es necesario llevar a cabo obras
importantes que posteriormente serian naturalizadas cubriéndolas con tierra y
vegetación.
Casi todas las medidas
propuestas requieren una inversión de capital importante, en cambio para evitar
que gallinetas como Zaida y Zacarías pierdan más polluelos existen actuaciones
muy sencillas que van desde instalar en los muros del río tablas de madera a la
altura donde no llegue el agua facilitando el acceso a las repisas o ménsulas
con rampas de madera que vayan desde el lecho del río hasta las zonas seguras
donde puedan poner sus nidos y resguardar sus crías, las repisas necesitan
disponer de cornisas para aportar sombra.
Otra medida es la
instalación de islas artificiales naturalizadas de ciertas dimensiones donde pueda
crecer vegetación y que se mantenga fija anclándola al fondo del río pero que
pueda adaptarse a los incomprensibles cambios de nivel que hoy en día se llevan
a cabo, estas medidas requieren una inversión mínima y aportan un valor añadido
muy importante al río, ya que habría más especies de animales en el río.
Somos cada vez más los
madrileños y turistas que dedicamos parte de nuestro tiempo libre a realizar
actividades como la observación y fotografía de fauna y flora y Madrid Río es
un potencial escenario para practicar la ornitología otro reclamo más para la
zona, solo es necesario llevar a cabo las actuaciones concretas para mejorar la
ecología del cauce del río Manzanares, para aumentar el número de especies que
habiten plácidamente en el río.
Mantener un río sano
repercute en la calidad de los vecinos y visitantes de la zona, ánimo desde el
blog a que se tomen las medidas necesarias para que el río Manzanares a su paso
por la ciudad de Madrid sea eso un RÍO. Si necesitan de mi colaboración no duden
en contactarme: danielmedioambiente@gmail.com
¡Qué bonita, aunque un poco triste, historia! Muy didáctica para concienciar y entender la problemática que representa para la fauna y el entorno la gestión del río Manzanares. Enhorabuena, me ha encantado ;)
ResponderEliminarGracias por su comentario, la triste realidad puede repetirse esta primavera si no se adoptan medidas para hacer mas habitable el río Manzanares a su paso por el centro de Madrid.
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